SI A LA ESPAÑA RURAL (I).
Hace tan solo tres días el presidente Pablo Casado cerró un acto público de precampaña en León con un discurso propositivo en el que hacía del “SI” el eje conductor de los valores que defiende el Partido Popular. Siguiendo esa senda quiero publicar una serie de artículos que apuestan por el SI a la España Rural, la mal llamada España vacía y vaciada.
Uno de los temas que en los últimos años se ha puesto de actualidad en el debate político y social es el de la España vacía, España vaciada o España despoblada que, en nuestros días, está muy presente tanto por las inoportunas/sectarias/inciertas declaraciones del ministro Garzón, como por el anuncio de manifestación de los agricultores por la desatención que sufren realmente por parte del Gobierno; o por el posible impacto que pueda tener este sector en las elecciones autonómicas de Castilla y León, el próximo 13 de febrero, al haberse organizado en partidos políticos de ámbito provincial. Por no hablar de la cercanía a sus problemas que tengo con esta España vaciada/vacía por mi condición de alcalde de una localidad de 612 hab., Villamayor de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real y, por tanto, sumergida en esta problemática.
Esta inquietud por un sector tan importante de la ciudadanía y mi proximidad personal a ella, es lo que justifica el que haya decidido dedicar unos cuantos artículos al tema. El primero, el que están leyendo, que viene a ser una especie de introducción que a la vez sirva de base y explicación de cuanto acontece y sufre esta España rural y, los siguientes, dedicados a su problemática y a sus posibles soluciones.
Entre los principales problemas de esta parte de España, la rural, es el de su despoblamiento entendiendo por tal cuando el crecimiento de población de un municipio, entre 2001 y 2018, ha sido negativo, es decir, su saldo vegetativo es negativo y ha perdido población y, además, tiene una densidad de población inferior a 12,5 hab./km2. Pues bien, con estos parámetros y según datos del INE, nuestro país es el cuarto de la UE -tras Estonia, Finlandia y Letonia- con más municipios en riesgo de despoblación de todo el conjunto de la Unión y, dentro de él la comunidad que más población ha perdido, entre 1996 y 2020, han sido Asturias, seguida de C-León, Extremadura y Aragón. En las dos primeras, que son las más afectadas, más del 85% de sus municipios tenían en 2020 menos población que la que tenían en 1996; Extremadura y Aragón son los territorios en los que el porcentaje más alto de municipios han visto mermados su población. Por provincias, han sido las de Zamora, Lugo, Soria y Teruel las que han batido el récord en pérdidas de población entre 1795-2021, y todo ello ha ocurrido mientras la población de España pasaba de 34,2 millones en 1975 a 47,3 millones en 2021.
En cuanto a los municipios, a 1 de enero de 2021, había en España 5.002 con menos de 1.000 hab., sobre un total de 8.131 municipios, lo que supone un 61,5% de ellos o, lo que es igual, seis de cada diez municipios rurales tienen una población menor de mil habitantes y se encuentran en riesgo de extinción y en los que viven el 3,15% de los españoles, con una densidad de población (hab./km2) media de 7,19 hab./km2. Por comunidades, a 1 de enero de 2019, las comunidades con mayor número de municipios con menos de 1.000 habitantes eran Castilla y León (2.006, que suponen el 89% del conjunto de municipios), Castilla-La Mancha (642, suponen un 70 % del total municipal) y Aragón (627, representando el 86 % del total de municipios).
Un aspecto que después comentaremos es que en los municipios menores de mil habitantes, el 6,1 % de su población es extranjera, mientras que en los de más de 100.000
hab. este porcentaje es del 11,4 %. Es decir, a poca distancia si consideramos las diferencias entre sus respectivos volúmenes de población.
Para calibrar bien el significado de estos datos veo conveniente compararlos con algunos países de nuestro entorno basándome en datos de Eurostat. Así, en Francia, el 73,5% de sus municipios (a las que se denomina comunas) tienen menos de 1.000 hab., es decir, superior al de España, mientras que en Alemania este % desciende hasta el 37%. Sin embargo, la densidad de población de esos municipios triplica la española dado que en España más de 2.000 municipios tienen menos de cinco habitantes por kilómetro cuadrado, mientras que en Francia esta cifra no llega a 1.000, y en Alemania la densidad en ellos es de más de 40 habitantes por km2. La diferencia está en que en Francia los municipios son muchos, pero pequeños en superficie (media de 17 km2) y a poca distancia unos de otros lo que permite comunicaciones con mayor capilaridad para la prestación de los servicios. En España la superficie media por municipio es de 62,12 km2, están más distantes entre sí y con comunicaciones difíciles al estar, muchos de ellos, en zona de montaña, lo que acrecienta las dificultades para la prestación de servicios.
Si pasamos ahora al análisis de la significación económica de esta España rural el cambio, a peor, ha sido espectacular ya que del conjunto de las 23 provincias que, en 1950, suponían el 34,1% de la población española (incluyendo aquí capitales y ciudades de más de 50.000 habitantes), generaban el 26,7 % del Valor Añadido Bruto (VAB) y el 33,5 por ciento del empleo total. En la actualidad acogen el 18,1% de la población, producen el 16,1% del VAB y aportan el 17% del empleo. La tasa de crecimiento medio anual acumulativo del PIB desde 1950 fue casi un punto porcentual inferior a la media nacional en Soria, Ávila, Cuenca, Zamora, Palencia, Segovia y Ourense, y más de medio punto inferior en Salamanca, León, Lugo, Badajoz, Huesca, Teruel y Ciudad Real. La brecha que ha generado este diferencial de crecimiento anual, a lo largo de casi 70 años es, pues, enorme.
La conclusión del análisis de estos datos es que en España hay un profundo desequilibrio territorial por el que la mitad norte de España, especialmente en la España del interior, en la que es más agudo en las zonas montañosas, que conforman la llamada “España despoblada” y comprende las siguientes 23 provincias: las nueve de Castilla y León, las tres de Aragón (Huesca, Teruel y Zaragoza), cuatro de Castilla-La Mancha (Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara), las dos de Extremadura (Badajoz y Cáceres), dos gallegas (Lugo y Ourense), dos andaluzas (Córdoba y Jaén) y La Rioja (Funcas, 2021) a las que habría que añadir algunas en el norte de Cataluña y algunos puntos de la Comunidad Valenciana. Despoblamiento que no es nuevo, ya que se viene arrastrando desde el XVIII, pero que se agudizó en las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado con la industrialización de España y la atracción que ejercieron las ciudades en las que se instalaron fábricas y a las que había que nutrir de personal proveniente del campo que, a la sazón, al estar poco tecnificado y pobre y donde costaba salir adelante. A este desequilibrio hay que ponerle remedio ya, ¡ahora!, dada la injusticia que supone, si bien, también es cierto, que la población del mundo rural se mantiene estable desde 1980 rondando los 10 millones de habitantes, e, incluso, se ha producido un aumento poblacional en las cabeceras comarcales, acrecentando las diferencias entre los núcleos de menos de 1.000 hab., abocados muchos de ellos a la desaparición, y aquellos de hasta 5.000 que, sin embargo, atraen población.
Juan Antonio Callejas Cano
Diputado Nacional por Ciudad Real
Grupo Parlamentario Popular
Portavoz del Partido Popular en la provincia de Ciudad Real
@jacallejascano