Artículo de opinión de María Luisa Soriano, viceportavoz del Grupo Parlamentario Popular
21 Octubre 2010.- Es conocido que el denominado cine de género negro se basa en confundir a los espectadores desviando su atención sobre excusas sin relevancia para avanzar en la trama. A estos trucos se les llama McGuffins y Alfred Hitchcock fue en ellos el mejor de los maestros. Un ejemplo meridianamente claro lo ofreció en su película Con la muerte en los talones. En ella todo giraba en torno a secretos de Estado, que nunca explicó ni cuáles eran ni qué podría suponer su revelación, pero sí que consiguió que todos nos quedásemos embelesados con la avioneta persiguiendo a Cary Grant.
21 Octubre 2010.- Es conocido que el denominado cine de género negro se basa en confundir a los espectadores desviando su atención sobre excusas sin relevancia para avanzar en la trama. A estos trucos se les llama McGuffins y Alfred Hitchcock fue en ellos el mejor de los maestros. Un ejemplo meridianamente claro lo ofreció en su película Con la muerte en los talones. En ella todo giraba en torno a secretos de Estado, que nunca explicó ni cuáles eran ni qué podría suponer su revelación, pero sí que consiguió que todos nos quedásemos embelesados con la avioneta persiguiendo a Cary Grant.
En política, en la mala política, me refiero, se recurre con
demasiada frecuencia a desviar la atención de los ciudadanos con
pretextos irrelevantes para apartar la atención de las intenciones o
consecuencias de unas decisiones tomadas no pocas veces de manera
irresponsable. Desde hace muchos años, pero últimamente cada vez con más
frecuencia, en la política de Barreda, aparecen McGuffins para desviar
la atención de sus disparates, de ello pondré sólo tres ejemplos.
Primer McGuffin, el brindis por la OCM del vino. La cuestión era ocultar la incompetencia en las negociaciones de Bruselas del Gobierno de su líder, Rodríguez Zapatero. Aquella inconfesable actuación está provocando, entre otros desastres, el arranque masivo del viñedo y que los viticultores de la región, en sólo este año, hayan perdido de su bolsillo alrededor de 320 millones de euros, debido, entre otras cosas, a que los precios a los que se pagan sus uvas no les permiten ni tan sólo cubrir los costes de producción.
Segundo McGuffin, el nuevo Banco CCM. Aquí lo que Barreda trata de disimular es una trama que bien podría ser el guión de una película de gángsters y los indicios de delitos penales de quienes han estado dirigiendo la caja, apuntando directamente a Moltó, puesto por el propio Barreda a presidir la tristemente desaparecida CCM, por haber, entre otras cosas, concedido créditos que eran de alto riesgo y, al parecer, para negocios especulativos.
Tercer McGuffin, la carta a Durao Barroso. En este caso Barreda utilizó un escrito que dice que envió al Presidente de la Comisión Europea para envolver a la opinión pública haciendo creer que está preocupado por el drama que vive el sector minero de la región. Curiosamente tuvo los seis meses en los que su líder Zapatero, al que tanto afecto y apoyo rinde, estuvo de Presidente de turno de la Unión Europea. Ambos juntos habrían podido luchar al máximo nivel y a brazo partido por la mejora de la complicada situación que sufren las minas de carbón de Puertollano.
Presentar un listado con las triquiñuelas de Barreda haría interminable este artículo, pero hay dos hechos, la irresponsable derogación del Plan Hidrológico Nacional y los incumplimientos del Plan Especial del Alto Guadiana que, aunque Barreda trata de engañarnos, no son ejemplos de McGuffins. Sí lo son de otras cosas mucho peores que ruego al lector que nombre a su gusto. Se lo pido porque escribir en esta columna palabras gruesas no parece correcto.
Primer McGuffin, el brindis por la OCM del vino. La cuestión era ocultar la incompetencia en las negociaciones de Bruselas del Gobierno de su líder, Rodríguez Zapatero. Aquella inconfesable actuación está provocando, entre otros desastres, el arranque masivo del viñedo y que los viticultores de la región, en sólo este año, hayan perdido de su bolsillo alrededor de 320 millones de euros, debido, entre otras cosas, a que los precios a los que se pagan sus uvas no les permiten ni tan sólo cubrir los costes de producción.
Segundo McGuffin, el nuevo Banco CCM. Aquí lo que Barreda trata de disimular es una trama que bien podría ser el guión de una película de gángsters y los indicios de delitos penales de quienes han estado dirigiendo la caja, apuntando directamente a Moltó, puesto por el propio Barreda a presidir la tristemente desaparecida CCM, por haber, entre otras cosas, concedido créditos que eran de alto riesgo y, al parecer, para negocios especulativos.
Tercer McGuffin, la carta a Durao Barroso. En este caso Barreda utilizó un escrito que dice que envió al Presidente de la Comisión Europea para envolver a la opinión pública haciendo creer que está preocupado por el drama que vive el sector minero de la región. Curiosamente tuvo los seis meses en los que su líder Zapatero, al que tanto afecto y apoyo rinde, estuvo de Presidente de turno de la Unión Europea. Ambos juntos habrían podido luchar al máximo nivel y a brazo partido por la mejora de la complicada situación que sufren las minas de carbón de Puertollano.
Presentar un listado con las triquiñuelas de Barreda haría interminable este artículo, pero hay dos hechos, la irresponsable derogación del Plan Hidrológico Nacional y los incumplimientos del Plan Especial del Alto Guadiana que, aunque Barreda trata de engañarnos, no son ejemplos de McGuffins. Sí lo son de otras cosas mucho peores que ruego al lector que nombre a su gusto. Se lo pido porque escribir en esta columna palabras gruesas no parece correcto.