Artículo de opinión de María Luisa Soriano, viceportavoz del Grupo Parlamentario Popular
2 noviembre 2010.- Quo vadis? (¿A dónde vas?) fue el título de la película dirigida por Mervyn LeRoy, en la que Peter Ustinov interpretó tan exquisitamente a Nerón que muchos cinéfilos le conocen más por el nombre de su personaje que por el suyo propio.
2 noviembre 2010.- Quo vadis? (¿A dónde vas?) fue el título de la película dirigida por Mervyn LeRoy, en la que Peter Ustinov interpretó tan exquisitamente a Nerón que muchos cinéfilos le conocen más por el nombre de su personaje que por el suyo propio.
Con dicha pregunta a Nerón se le reprochaba, entre otras cosas, el
desastre que había provocado al dar la orden de incendiar la ciudad de
Roma y también que, cobardemente, para no asumir su responsabilidad,
culpase del suceso a los cristianos, a los que eliminaba echándolos a
los leones.
Aquí y ahora, en Castilla-La Mancha, tenemos un presidente, José María Barreda, que yo no sé si, como hacía Nerón, toca el arpa, compone canciones o si escribe poemas, pero sí sé que está siendo capaz incluso de superar las fechorías del famoso emperador romano.
Con estrechez de miras y sin perspectivas de futuro, toda su política gira alrededor de su interés personal y, aunque ha tenido en sus manos todos los elementos necesarios para acumular reservas y crear infraestructuras, ha cometido tantos desmanes y ha hecho tantas chapuzas que, como Nerón, se ha convertido en el paradigma de cómo no se deben hacer las cosas. Ha dilapidado cuanto ha caído en sus manos, nos ha dejado sin la CCM, nos ha sumergido en un nivel de gasto público y en una deuda irresistibles, nos ha llevado a un nivel de paro insoportable y, en una región eminentemente agrícola y ganadera como es, ha sido y debe seguir siendo Castilla-La Mancha, ha echado a pique el sector abandonándolo y asediándolo con multas millonarias por el hecho, razonable a todas luces, de regar los cultivos.
Como lo único que le importa es mantener la poltrona, aunque ahora esté deshojando la margarita de su amor por Zapatero, nunca se ha atrevido a contradecirle y, sistemáticamente, se ha venido tragando una tras otra todas las jugarretas que a los castellanomanchegos nos ha venido haciendo el líder interplanetario. Primero se tragó la derogación del Plan Hidrológico Nacional, que nos dejó sin el agua que necesitamos, luego se tragó el fracaso de la OCM de la vid, que hundió la vitivinicultura de la región, y ahora, sin ir más lejos, hace unos días, se ha tragado que, para comprar los votos del PNV y de Coalición Canaria, Zapatero se haya gastado nuestro dinero y nos haya dejado a dos velas en la distribución de los Presupuestos Generales del Estado.
El resultado de tanto egocentrismo y de tantas tragaderas no podía ser otro. Ha llevado a Castilla-La Mancha a un periodo de decadencia en el que el pesimismo colectivo y el déficit público se han disparado, en el que cada día estamos más atenazados por los impuestos, en el que cada vez cuesta más trabajo llegar a fin de mes y en el que los empresarios y los autónomos, al no disponer de financiación, poco a poco van teniendo que abandonar.
Como Nerón, para no cargar con sus responsabilidades, con su ya típica propaganda machacona, quiere que creamos que la culpa de los desastres que él mismo ha provocado la tiene la oposición. ¡Menos mal que ya no se practica lo de echar la gente a los leones, que si no…!
Quo vadis, Barreda?
Aquí y ahora, en Castilla-La Mancha, tenemos un presidente, José María Barreda, que yo no sé si, como hacía Nerón, toca el arpa, compone canciones o si escribe poemas, pero sí sé que está siendo capaz incluso de superar las fechorías del famoso emperador romano.
Con estrechez de miras y sin perspectivas de futuro, toda su política gira alrededor de su interés personal y, aunque ha tenido en sus manos todos los elementos necesarios para acumular reservas y crear infraestructuras, ha cometido tantos desmanes y ha hecho tantas chapuzas que, como Nerón, se ha convertido en el paradigma de cómo no se deben hacer las cosas. Ha dilapidado cuanto ha caído en sus manos, nos ha dejado sin la CCM, nos ha sumergido en un nivel de gasto público y en una deuda irresistibles, nos ha llevado a un nivel de paro insoportable y, en una región eminentemente agrícola y ganadera como es, ha sido y debe seguir siendo Castilla-La Mancha, ha echado a pique el sector abandonándolo y asediándolo con multas millonarias por el hecho, razonable a todas luces, de regar los cultivos.
Como lo único que le importa es mantener la poltrona, aunque ahora esté deshojando la margarita de su amor por Zapatero, nunca se ha atrevido a contradecirle y, sistemáticamente, se ha venido tragando una tras otra todas las jugarretas que a los castellanomanchegos nos ha venido haciendo el líder interplanetario. Primero se tragó la derogación del Plan Hidrológico Nacional, que nos dejó sin el agua que necesitamos, luego se tragó el fracaso de la OCM de la vid, que hundió la vitivinicultura de la región, y ahora, sin ir más lejos, hace unos días, se ha tragado que, para comprar los votos del PNV y de Coalición Canaria, Zapatero se haya gastado nuestro dinero y nos haya dejado a dos velas en la distribución de los Presupuestos Generales del Estado.
El resultado de tanto egocentrismo y de tantas tragaderas no podía ser otro. Ha llevado a Castilla-La Mancha a un periodo de decadencia en el que el pesimismo colectivo y el déficit público se han disparado, en el que cada día estamos más atenazados por los impuestos, en el que cada vez cuesta más trabajo llegar a fin de mes y en el que los empresarios y los autónomos, al no disponer de financiación, poco a poco van teniendo que abandonar.
Como Nerón, para no cargar con sus responsabilidades, con su ya típica propaganda machacona, quiere que creamos que la culpa de los desastres que él mismo ha provocado la tiene la oposición. ¡Menos mal que ya no se practica lo de echar la gente a los leones, que si no…!
Quo vadis, Barreda?