Barreda podía cambiar leyes, pero ahora son los ciudadanos quienes cambian al dirigente
11 mayo 2011.- Barreda ha quitado de un día a otro 32 millones de euros a todos los castellano-manchegos. Es la cantidad correspondiente del Fondo Regional de Cooperación Local destinado a los Ayuntamientos, el conocido como “FORCOL incondicionado”, que se distribuye según criterios objetivos. Un fondo que está garantizado por una Ley.
¿Cómo ha podido entonces Barreda eliminar este Fondo? Muy fácil, como acostumbra, es decir, cambiando la Ley. Ha cambiado la ley para privar de 32 millones de euros a los castellano-manchegos, del mismo modo que ya hizo con la Ley Electoral de forma unilateral. Podrá ser legal, pero es injustificable para los ciudadanos, para los votantes, porque son imposiciones mayoritarias carentes de argumentos democráticos.
Esos 32 millones de euros que ya no reciben los Ayuntamientos y que, por tanto, ya no llegan hasta los ciudadanos castellano-manchegos no eran un regalo de Barreda. La llegada de fondos desde el Estado y la Junta de Comunidades a los ayuntamientos de Castilla-La Mancha está regulado por Ley, con la que se garantiza(ba) el Principio de Autosuficiencia Financiera, que conjuga(ba) valores democráticos de igualdad, objetividad independencia (Constitución Española, art. 42; Estatuto de Autonomía, art. 48 “subvenciones incondicionadas”; Ley de Entidades Locales, art. 78 de creación del Forcol).
No se trata de concesiones ni regalos del Estado y de las Autonomías. A estas alturas todos sabemos de dónde sale el dinero. Sale de los ciudadanos, de los impuestos que pagamos. Es lógico que parte de los impuestos que pagamos, y que recaudan el Estado o la Junta de Comunidades, regresen a los Ayuntamientos, para que los consistorios como administraciones más cercanas a los vecinos y más resolutivas puedan realizar inversiones, mantener servicios y abonar gastos corrientes.
Con esta supuesta seguridad financiera, dictaminada por Ley a favor de los Ayuntamientos, imagínense lo que supuso para todos los alcaldes de la región (unos lo decimos públicamente, otros sólo se atreven en privado) que Barreda, una madrugada, en ‘59 segundos’ de TVE, dijera que iba a quitar la “grasa” para dejar el músculo. Es decir, que propinó un musculoso gancho de izquierda a la grasa de esta región, contra los ciudadanos, a los que condena con 32 millones de euros menos del conocido como “Forcol incondicionado”. Un Fondo con el que los Ayuntamientos pagan servicios tan básicos como el mantenimiento de colegios, consultorios médicos, juzgados de paz, el alumbrado público o el pago a proveedores. Sin embargo, Barreda si mantiene el conocido como “Forcol digitalizado”, el que concede su dedo según caprichos e intereses electoralistas.
De la preocupación por no poder pagar a los proveedores, los alcaldes hemos pasado a la indignación y a la humillación cuando leemos, escuchamos o vemos propaganda publicitaria de Barreda diciendo que con el Forcol ayuda al desarrollo (¿?) de los pueblos y ciudades ¿Cómo se puede atrever? ¿A quién pretende engañar?
Si la ley no te bendice, pues la cambias. Así piensan y actúan algunos. Llegados a las Cortes regionales para eliminar la Ley, entre cortinas de humo y artimañas contra quien va ser presidenta de Castilla-La Mancha desde el 22-M, los socialistas modificaron otra ley, que ha supuesto la eliminación del “Forcol incondicionado” y que el “Forcol digitalizado” de Barreda ahora sí se puede dedicar a otros menesteres.
¿Puede ser legal, pero ¿es democrático y comprensible que se empiece una legislatura cambiando la Ley Electoral, sin consenso, y que en las postrimerías se cambie otra Ley para quitar 32 millones de euros que por Ley correspondían a los Ayuntamientos, a los castellano-manchegos?
¿Qué pasaría si los ayuntamientos no pusiéramos dinero para la ayuda a domicilio, para la calefacción en los colegios, para mantener los consultorios médicos?
Pues sí, aunque corresponda a Barreda, por responsabilidad y porque nuestro único interés son las personas, nuestros vecinos, los alcaldes seguimos pagando servicios que no nos corresponden.
Y a quien le corresponde, no sólo no paga esos, sino que aparte debe millones de euros a los Ayuntamientos, a los castellano-manchegos, a las empresas.
Ni los ciudadanos ni los Ayuntamientos hemos creado la crisis. Pero sí la alimenta quien no cumple sus compromisos, quien no paga a los proveedores. El impago de la Junta de Comunidades a las empresas supone el cierre de muchas y que miles de trabajadores castellano-manchegos engrosen las listas del paro.
¿Cómo puede ir Barreda a las ciudades y a los pueblos de Castilla-La Mancha a cuyos habitantes lleva más de dos años sin pagarles, sin pagar las nóminas de muchos de sus trabajadores? ¿Qué habría pasado si los ayuntamientos no hubieran pagado las nóminas que Barreda adeuda a miles de trabajadores? ¿Cómo puede luego anunciar, publicitar y vanagloriarse de políticas, si son los ayuntamientos quienes se las financian?
¿Puede Barreda decir a todas estas empresas y parados que, además de no pagarles y condenarles al cierre y desempleo, ha triplicado la deuda de la Junta de Comunidades? ¿En qué se ha gastado el dinero? ¿Cuánto tiempo estaremos los castellano-manchegos pagando estos errores?
Me duele que en España y en Europa muchos identifiquen a Castilla-La Mancha como una comunidad bananera, que ha presumido de mucho, pero que carece de todo. Y me duele sobretodo porque los manchegos no somos así.
El manchego es hombre serio, trabajador, humilde, honesto y que cuanto tiene se lo ha ganado a base de esfuerzo y sacrificio. Porque lo ha sufrido, el manchego sabe muy bien cómo se saca adelante esta tierra, y no tolera que quien ha dirigido esta región haga lo contrario, que no pague a lo que se ha comprometido, que no pague a quien ha hecho su trabajo, y que encima la deuda pública haya crecido exponencialmente.
En Castilla-La Mancha hay que madrugar más, hay que estar con quienes crean trabajo y, con ello, habrá nuevas oportunidades y servicios sociales. En Castilla-La Mancha hay que ser más austeros y humildes para poder sacar esto adelante.