Artículo de Carmen Quintanilla
13, febrero, 2018.- En un acto deliberado por pervertir el idioma español, Irene Montero, portavoz de Unidos Podemos en el Congreso, ha sembrado el debate y la discordia entre políticos y académicos en su afán de reivindicar, mediante un mal uso del lenguaje, igualdad entre hombres y mujeres.
Pero, mientras Montero se ocupa de cuestiones lingüísticas y discusiones populistas, el verdadero feminismo continúa luchando a pie de calle. De hecho, en 2017, España ha recuperado los niveles de empleo femenino de antes de la crisis. Hoy, más de 8’5 millones de mujeres trabajadoras están afiliadas a la seguridad social y más de 100.000 han aumentado la cifra de autónomos en el país. Son mujeres emprendedoras, valientes que han conseguido corregir la gran brecha de las pensiones, gracias al complemento de maternidad mediante el cual el sistema reconoce la aportación demográfica de las madres.
Todo esto, Irene Montero, lo han logrado mujeres que han caminado durante años de la mano del Gobierno de Mariano Rajoy y del Partido Popular.
Promover la corresponsabilidad y la conciliación han sido dos pilares básicos en la lucha por la igualdad de oportunidades. Al igual que impulsar incentivos para la incorporación de la mujer en el mercado de trabajo tanto en las urbes como en el medio rural o garantizar los derechos laborales de las mujeres.
Aún queda mucho camino por recorrer: acabar con la brecha salarial en España que se sitúa en el 14’9 por ciento –dos puntos por debajo de la media europea- es una de nuestras prioridades. Son objetivos reales, tangibles, que colaboran a mejorar la vida de las mujeres, de la sociedad en su conjunto de este país. Pero mientras este Gobierno sigue trabajando por la igualdad, usted y su partido, Unidos Podemos, continúen dirimiendo cuestiones que de verdad afectan a la vida de las mujeres y pervirtiendo nuestro idioma.
Por cierto, lo más curioso de todo es que la palabra “portavoz”, procede de “voz”, una palabra femenina que significa, entre otras acepciones, “persona que está autorizada para hablar en nombre y representación de un grupo o de cualquier institución o entidad”, ya sea hombre o mujer. Es decir, si Irene Montero hubiera tenido unas nociones lingüísticas básicas, se habría dado cuenta de que la palabra “portavoz” es, en sí misma, inclusiva.
Carmen Quintanilla
Diputada Nacional
Presidenta de la Comisión Mixta para el Estudio del Problema de las Drogas