Esta es la nefasta herencia que nos ha dejado Zapatero cuando se van a cumplir ocho años desde la derogación del Trasvase del Ebro, la que estaba a ser llamada la mayor obra hidráulica de España, y que fue reemplazada por un plan que el Gobierno socialista nos prometía que iba a poner fin a los problemas de sequía utilizando agua del mar.
El Plan “AGUA”, aprobado por Zapatero en el año 2004, no sólo puso fin al trasvase del Ebro, sino que supuso la cancelación de buena parte de los proyectos del Plan Hidrológico Nacional diseñado por el Gobierno de Aznar, que preveía la construcción de embalses, trasvases, mejora de las cuencas y depuradoras de agua. En aquel momento, los socialistas nos anunciaron a bombo y platillo que la desalación era la solución más ecológica, moderna, rápida y barata para asegurar el abastecimiento de agua.
Pero resulta que el tiempo ha demostrado que no ha sido así, y hoy, cuando la amenaza de una sequía vuelve a sacudir buena parte de España, y a nuestra región, nos encontramos con una costa mediterránea plagada de desaladoras que están inacabadas ó infrautilizadas, mientras que en Castilla-La Mancha y otras regiones no disponemos de las infraestructuras hidráulicas necesarias para atajar los problemas de suministro del agua y de riego para el campo, que se agravarán este verano.
Con el PHN que derogaron los socialistas, en nuestra región nos hubiéramos beneficiado de dos trasvases: El Tajo-Guadiana (desde el trasvase Tajo-Segura hasta el Alto Guadiana) de 30 hectómetros cúbicos al año y el trasvase Tajo Medio (desde Valdecañas a la zona sur del transvase Tajo-Segura pasando por el Alto Guadiana) de 600 hectómetros cúbicos al año, si bien, indirectamente, nos hubiéramos beneficiado del trasvase del Ebro, porque hubiera levantado hipotecas al Tajo-Segura.
Así, lo único que hoy en día tenemos son 17 desaladoras terminadas y 15 en construcción, de las 51 que prometió Zapatero. Además, los productores del Mediterráneo no pueden contar con esa agua debido a su alto precio, y los agricultores del Alto Guadiana no tenemos infraestructuras hidráulicas que nos garanticen el agua para hacer rentables nuestros cultivos. El grave problema radica en que se llevan gastados 1.664 millones de euros y que se llegará hasta los 2.456 millones de euros si se pudiesen acabar las plantas que están en construcción.
Las plantas desaladoras que están operativas sólo funcionan al 16 por ciento de su capacidad por la falta de demanda, ya que los agricultores no pueden pagar ese agua porque dicen que les sale más barato regar con whisky. Si hace ocho años el coste de desalar ya era inasumible, ahora lo es mucho más debido al aumento de las tarifas eléctricas, porque el 60 por ciento del coste de desalación es energético. Todo esto significa que un metro cúbico de agua desalada cuesta 1,1 euros, es decir, un coste diez veces superior al que tiene el agua de regadío procedente de pozos, ríos, e incluso trasvases como el Tajo-Segura.”
Los agricultores sólo pueden usar el agua desalada si está subvencionada, y eso es inasumible en el actual contexto de reducción del déficit público. La situación más llamativa es la de la planta de Torrevieja (Alicante), la mayor fábrica de Europa de agua desalada, con una inversión de más de 300 millones de euros (de los que 55 ha pagado la UE), y con una capacidad para desalar 80 hectómetros cúbicos al año. Esta planta está concebida para el consumo humano, y el regadío. Está a punto de inaugurarse, y sin embargo ningún ayuntamiento, ni agricultor, están dispuestos, de momento, a comprar su agua.
Ángel Exojo Sánchez-Cruzado
Viceportavoz del Grupo Popular en la Diputación de Ciudad Real